Querido yo
Querido yo:
Siento aparecer de esta forma tan repentina, tras tanto tiempo sin dar noticias. Sé que puedes reprocharme no haberme interesado en tus asuntos, haberme perdido en otro lugar cuando los problemas te acechaban o haber mirado para otro lado cuando extendías tu mano pidiendo ayuda.
Como contigo no puedo tener secretos, me veo obligado a confesarte que, a pesar de ver y sentir caer tus lágrimas, a pesar de haber sido consciente testigo de cada una de ellas, a pesar de que mi mano estaba más cercana que cualquier otra para ayudarte, no lo he hecho con conocimiento de causa. No lo he hecho porque no quiero ayudarte. No lo he hecho porque te odio.
Esto no es más, por tanto, que una declaración de guerra. He pasado muchos años viendo cómo callabas, cómo fingías sonrisas y, sobre todo últimamente, cómo ocultabas eso que llamas sentimientos. He comprobado a lo largo de este tiempo que no hay ser más maldito que tú, mi maldito yo, con el que un día me cansé de pelear. He contemplado con estupefacción cómo te alejabas del modelo de vida de la gente que te rodeaba, cómo te hacías diferente a ellos. Sabes que no soy el primero ni el último que te considera un ser extraño.
Es por eso que vengo a decirte hoy que estoy cansado de sufrir por ti. Estoy cansado de que todo te afecte, todo te duela, estoy cansado de que tengas sentimientos. Tengo todo el derecho del mundo a realizar mi reivindicación porque, al fin y al cabo, éste es también mi cuerpo.
Hace tiempo me cansé, me di por vencido y permití que vagaras sin sombra en un mundo de melancolía incomprensible. Es por eso que hoy vengo a repudiarte. Es por eso que no descansaré hasta que mueras.
Odiándote de por vida, me despido.
Siento aparecer de esta forma tan repentina, tras tanto tiempo sin dar noticias. Sé que puedes reprocharme no haberme interesado en tus asuntos, haberme perdido en otro lugar cuando los problemas te acechaban o haber mirado para otro lado cuando extendías tu mano pidiendo ayuda.
Como contigo no puedo tener secretos, me veo obligado a confesarte que, a pesar de ver y sentir caer tus lágrimas, a pesar de haber sido consciente testigo de cada una de ellas, a pesar de que mi mano estaba más cercana que cualquier otra para ayudarte, no lo he hecho con conocimiento de causa. No lo he hecho porque no quiero ayudarte. No lo he hecho porque te odio.
Esto no es más, por tanto, que una declaración de guerra. He pasado muchos años viendo cómo callabas, cómo fingías sonrisas y, sobre todo últimamente, cómo ocultabas eso que llamas sentimientos. He comprobado a lo largo de este tiempo que no hay ser más maldito que tú, mi maldito yo, con el que un día me cansé de pelear. He contemplado con estupefacción cómo te alejabas del modelo de vida de la gente que te rodeaba, cómo te hacías diferente a ellos. Sabes que no soy el primero ni el último que te considera un ser extraño.
Es por eso que vengo a decirte hoy que estoy cansado de sufrir por ti. Estoy cansado de que todo te afecte, todo te duela, estoy cansado de que tengas sentimientos. Tengo todo el derecho del mundo a realizar mi reivindicación porque, al fin y al cabo, éste es también mi cuerpo.
Hace tiempo me cansé, me di por vencido y permití que vagaras sin sombra en un mundo de melancolía incomprensible. Es por eso que hoy vengo a repudiarte. Es por eso que no descansaré hasta que mueras.
Odiándote de por vida, me despido.
Yo.
5 Comentarios:
Sinceramente le tengo que decir que esta vez se ha pasado. Ha ido demasiado lejos. Este texto puede dejar secuelas con dificil solucion. Asi que no quede ahi tan tranquilo con esa estupida sonrisa y haga algo.
Saludos!!!!
PD: No se enfade, tengo suenho.
ohoho! viernes :)
conseguido!
Bueno... lo que tiene de malo uno lo tiene de bueno el otro. Al final hay un equilibrio extraño que nos viene bien a todos ;)
Un abrazo!
Me lo he leido entero..merece la pena
bueno ... me sentí identificado con esas palabras
Publicar un comentario
<< Home