4.11.09

El adiós

Me ajusté la corbata negra, a juego con el traje, y salí de aquella habitación donde no daba el sol. En la calle, hice una seña al primer taxi que vi y me dejé caer en uno de los asientos traseros. Hice caso omiso a los dos o tres intentos de conversación del conductor, mientras repasaba mentalmente en diapositivas el tiempo que quedaba atrás. Los no muchos pero demasiados años, mal llevados, que llegaban a su fin.

La silueta de los cipreses se hacía cada vez más visible, a medida que nos acercábamos al destino. Junto a la puerta, le di al taxista el primer billete grande que encontré sin atender demasiado al color ni esperar la vuelta. Crucé el oscuro umbral y me dirigí con paso tranquilo a la sala que tenía anotada en un trocito de papel arrugado. Una vez frente a ella, volví a comprobar el papel antes de devolverlo al bolsillo y me dispuse a abrir la puerta que me separaba del interior.

En el centro, un féretro abierto, iluminado por incontables velas azules y envuelto por el intenso olor a incienso. Nada más. Nadie más. Justo como lo esperaba.

Me acerqué lentamente, rompiendo con cada paso el silencio que invadía la estancia y midiendo cada movimiento con cuidado. Me acerqué hasta donde la luz de las velas me permitiera ver el rostro con claridad.

Y allí me vi, tumbado, esperando nada. Vi mi rostro, pálido y sin expresión alguna.

Y yo, junto a aquel ataúd, no pude menos que sonreír. No pude menos que reír, a carcajadas.

23.10.09

Mientras dormimos

No esperaba encontrarte, pero ahí estabas. Tus ojos y tus manos me han devuelto a la vida por unos segundos en esta noche blanca.

Un beso que nunca olvidaré.

Y tú… ni siquiera lo llegas a notar.

25.9.09

Momentos de locura producidos por la nada

Sabes que te hace daño, pero no puedes evitarlo. Aprieta con sus manos tu garganta hasta asfixiarte, pero no puedes dejar de escucharla. Ésa que te hace daño y que te hace estremecerte hasta cortar la respiración. La que se cuelga de tu mente y dice lo que piensas, lo que sufres y lo que odias. La del filo asesino, que va directa hasta lo más profundo y se clava en tus entrañas derramando lágrimas y sangre.

La que se anuda a tu cuello. Dejándote al descubierto. Parando los segundos en una bocanada de aire eterna.

La canción que duele como si fuera propia.

7.7.09

No me deja ver el sol

Y cómo decir que todo lo que quiero pasa por ti. Cómo terminar con lo que nos separa, con las despedidas, con lo que no me deja sonreír, me hace daño y me impide ver el sol.

Agota el hecho de no tenerte. Mi mente no puede más y sólo quiero olvidar que mañana he de levantarme para alejarme de ti otra vez. No quiero más despedidas, no me siento con fuerza. Solo quiero sentirte sin horarios. Cogerte de la mano y acurrucarnos en un rinconcito cualquiera y detener el tiempo. Reducir el espacio.

Y no me deja sonreír. No me deja ver el sol. Y a veces me gustaría decirte que sólo necesito dos simples palabras para sentirme mejor, aunque sea por un rato, hasta la próxima vez.

10.4.09

Penumbra

Cuando el cielo cae en pedazos, ya no hay nada que hacer. Cuando la vida pierde el equilibrio y cae al abismo sin red, es el momento de hablar lo callado. De revelar lo soñado. De dejar escapar lo que se esconde en la negra oscuridad, donde todo enmohece.

Y ahora, justo ahora que empezaba a aprender a vivir, a levantarme sin ayuda y a sentirme fuerte. Justo ahora, en el principio, llega el fin que me aguardaba. Llega el momento de darse cuenta de que nadie es mejor que nadie pero yo soy peor que todos. Y es por eso que acaba lo que nunca debió empezar. Y ya no hay nada que hacer, ahora que la vida cae. Ahora que el mundo se aleja para nunca más volver.

12.12.08

Sea como sea, sigues vivo

- No lo sé, lo he pensado muchas veces y no he hallado respuesta.
- Tal vez tienes la cabeza en otras cosas, simplemente.
- O tal vez se me ha olvidado cómo hacerlo.
- Yo creo que eso no se olvida nunca, es como montar en bici.
- Yo aprendí a montar en bici y jamás he vuelto a hacerlo. Apuesto a que se me ha olvidado. ¿Por qué iba a ser distinto con esto?
- No lo sé, la verdad. Pero es algo que sale de dentro, algo innato.
- Algo innato que terminó por morir antes que yo, supongo.
- Si tú lo ves así…
- A las pruebas me remito.
- Siempre se ha dicho que es más difícil cuando todo va bien. Es normal.
- Tal vez.
- ¿No crees?
- Sí, sí, puede ser. Supongo que es mejor verlo así.
- Pero todo es una paradoja. Esta misma conversación rompe todo lo anterior. Es la misma demostración de que sigues vivo.
- Tal vez soy simplemente un muerto con nuevos soplos de vida. Un muerto viviente.
- Sea como sea, sigues vivo.
- ¿Y a quién le importa?
- A mí.

9.4.08

Formas

¿Volver adónde? Tal vez caminar sin más. Correr sin más. Buscar lo que nadie busca, de la forma menos adecuada. Atrapar el tiempo en un tarrito de cristal y cerrarlo para siempre.

¿Viajar para qué? Con mi mente hago todo. Incluso dibujo formas que se parecen al recuerdo, a lo que vimos o soñamos, a lo que vimos y soñamos, a lo que no fue.

Y aspiro bien profundo el aire de la noche hasta que congele los pulmones y duela. Agito los brazos incesantemente esperando no caer. Cierro fuerte los ojos confiando en que exista una red. O que no exista yo.

Y mientras caigo dibujo formas que se parecen a una cama, a unos ojos, a una mentira, a un tarrito de cristal. Dibujo un camino circular. Algo que se parece a una despedida.

4.8.07

Rezar sin creer

Rezo sin saber.
Incrédulo miro tus pisadas.

Creo sin creer.
Y esta vez estabas avisada.

Que la vida no es más
que rezar sin creer,
sabiendo que es peor
que morir sin perder.

Alguien nos mira
y sabe que lo sé.

Siento su aliento
que todo puede romper.

Que la vida no es más
que creer sin rezar,
sabiendo que no hay nada
que te pueda salvar.

Y la vida no es más
que rezar sin creer,
sabiendo que es peor
que morir sin perder.

25.6.07

Aire gélido

He perdido demasiado tiempo en escuchar. Sólo quiero tirar de la cuerda y pasar a la acción. Como aquella mañana de enero. Tú me mirabas y yo sonreía. Sabía que ibas a morir y eso me gustaba. Sólo tenía que esperar.

Y esperé.

Esperé tanto que se cansaron mis ganas de apretar el gatillo y te dejé marchar. Correr. Huir.

Y ahora ya nos ves, la misma situación. Las mismas lágrimas en tus ojos y mis mismas ganas de volarte la cabeza en un segundo. O de hacerte sufrir, oírte gritar. Poco a poco. Sí, tal vez sea más divertido así. Al fin y al cabo tenemos todo el tiempo del mundo y nadie nos espera. Al menos, por lo poco que sé, a mí nunca nadie me esperó.

Esta vez no me conformaré únicamente con verte llorar. Tú ya me has visto a mí entre sollozos muchas veces y no te veo mucho más feliz. Has perdido demasiado tiempo en malgastar tu voz. Sólo quiero tirar de la cuerda y pasar a la acción.

29.5.07

1

A menudo no me salen las palabras. Pero siempre guardo un “gracias” y un “te quiero” para momentos como éste.

8.3.07

La forma de tus brazos

Te tengo sin tenerte y, mirando el suelo, me entretengo en echarte de menos. Hay veces que duele más, siendo ésta una de ellas. Me duelen los ojos de buscarte en cualquier lado y sangran mis manos sin tocarte. Hay veces que uno se muere por el simple hecho de vivir sin lo que quiere. Pensando en no olvidar, porque nunca se puede olvidar. Porque nunca se quiere olvidar.

Voy a esperar, pues es la única forma. Voy a escuchar, a intentar decirte cuánto te extraño. No quiero preocupar, pero hoy vivo preocupado. Sin razón, pero preocupado por no poder disfrutar de lo único que quiero, que tiene la forma de tus brazos.

Es temprano, pero llegará. Mientras tanto, sólo quiero sentir que me quieres. Como hoy, como siempre.

26.2.07

No existen las palabras

Tendida en el suelo, sin telas ni memoria. Abundantes pétalos de rosa ocultan sus latidos pero dejan ver su mirada, que perdida busca el camino de vuelta. Pupilas vacías que los párpados no se preocupan por proteger. Quizás es tarde para comprenderlo, pero no existe ese camino de vuelta. No existen los pasos. No existen los sentimientos.

Existe el silencio. Existe la sangre. No existe la vida.

Existen las noches, la oscuridad, las lágrimas que no tienen nada que humedecer y las manos que han perdido la fuerza para aferrarse a cualquier cosa.

No existe ella. No hay mundo sin él.

5.1.07

Yo

Porque no puedo tocarte. Esta noche no sale el sol.
Porque mil diablos me esperan. En mis sueños sin ti.
He buscado fuera. Porque dentro no había nada.
He llegado a mi destino. Que no es otro que el tuyo.
Para cerrar los ojos. He abierto la boca.
Para abrirte mi alma. He besado tus labios.
Si me esperan, que me esperen. Yo soy yo sólo a tu lado.
Sólo a tu lado. Quiero a tu lado.

Mi camino, si es que existe, con pisadas entre piedras. Una mano que recorre mi espalda. Un escalofrío. Sólo puedes ser tú.

Detrás de mí no veo a nadie. Delante mi vida entera. Mi vida con la silueta de tu cuerpo desnudo. Tus manos allanando el camino. Si te separas, me caigo. Si me caigo, no hay retorno. Tú me tienes en pie. Y siento que me guías. Si es de noche, iluminas. Y nada puede separarnos. Si es de día, es tu día.

Mi camino, si es que existe, con pisadas entre piedras. Una mano que recorre mi espalda. Un escalofrío. Sólo puedes ser tú.

Sé que eres tú.

Nadie más podía ser.

Humilde regalo en forma de palabras

Miro el reloj y queda poco. Hace justo un año te escribía por primera vez. Aunque algo en mi interior me lo aconsejaba, no podía imaginar que hoy estaría aquí, con tus fotos junto a mi cama y con un billete de tren esperando ser usado, esperando llevarme al lugar que más feliz me hace, que es aquél en el que tú estés.

Nunca habíamos pasado tanto tiempo sin vernos como ahora. Y se hace duro. Pero pensar que en nada podremos volver a mirarnos a los ojos alegra aún más este día. Tu día. El día de tus veinte.

Te mereces ser feliz y yo espero ser siempre merecedor de tus sonrisas. Prometo cuidarte por encima de todo porque por encima de todo eres lo más importante. Prometo dedicarte mis mejores sentimientos cada día porque cada día te necesitaré junto a mí. Te puedo prometer que nunca nadie te besaría con tanto amor como lo hago yo, que nunca nadie te felicitaría de esta forma que, si bien sé que no es la más bonita, puedo asegurarte que es la más sentida.

Feliz cumpleaños, Alba. Te amo.

31.12.06

Se va, se va, se fue

Se agotan los minutos. Se me escapan los segundos. Sólo quiero darte la mano.

Un año que nunca olvidaremos.

28.11.06

1/2

Silencio. Y el todo en la nada. Tu todo en mi nada. En mi vida, que era nada.

Pausada, entraste en mi vida, que por no ser no era, siquiera, un algo al que aferrarme. Ahora sé que no lo era. Ahora sé que no tenía y sé que lo tengo todo. Te tengo a ti en mi nada, que lo es todo. Buscando entre tus manos y hallando mil y una caricias. Buscando tu alma y durmiéndome abrazado a ella. Sabiendo lo que sabemos, sabiendo que lo sabemos.

Mi vida, que era nada. Tus labios, que son todo. Los mismos que no dejo de besar cuando me voy, cuando te vas, cuando no nos vamos. Los mismos que dicen que un medio no es más que el principio y que lo mejor, aunque parezca mentira, está por venir.

Mi todo eres tú.

12.11.06

Tres estaciones

En tus manos guardaré mis años y en tu vida clavaré mis ojos. Tus sueños serán los míos y el calor, nuestro invitado. En tu cuerpo, en nuestro cuerpo. En las noches sabiendo lo que sabemos. Regalándonos sonrisas. Compartiendo las nuevas flores de lo que un día supimos decir.

El final de la primera primavera.

Un verano y medio otoño.

Una vida que empezará hace cinco meses.

Algunas veces soy otra persona. Hoy soy más yo que nunca. Y te extraño.

7.10.06

Mañanas

Abrir los ojos
y sentir que nada puede acabar con esta vida.
Buscar entre las sábanas
y palpar un corazón que duerme junto a mí.

Horas para pensar lo que es y será.
Besos para olvidar todo lo demás.
Mundos que se cruzan, erizando la piel.
Manos que se encuentran.
Manos que no se sueltan.

Vidas por vivir.
Ojos para no olvidar.
Pronto fue pronto y pronto lo será.
Luz en la habitación.
Piernas entrelazadas.
Siempre es para siempre y siempre lo será.

29.8.06

Ausencia

Mil cosas deberían estar en mi cabeza y sólo encuentro una. Ya que no te tengo, ya que todo mi yo vive en ti.

¿Qué puedo hacer si no consigo abrazarte? ¿Qué puedo hacer sino resignarme, sino pensar que las cosas son como son y no puedo hacer nada contra lo que es sin ser y me deja sin saber qué hacer, ahora que no puedo ver tus ojos? ¿Qué puedo hacer más que darte los buenos días con un beso en los labios tan suave como la tímida luz del alba que se cuela entre las sábanas, como tú te colaste en mi vida sin siquiera darnos cuenta?

¿Qué puedo hacer sino ser feliz entre lágrimas de ausencia? ¿Qué puedo hacer si mi vida tiene tu nombre y tus manos, si mi ser besa con tus labios, si mi alma grita sin tenerte, si mis huesos se quiebran sin la suerte de que vuele el reloj hasta el mismo momento de sentirte de nuevo entre mis penas tornadas en alegrías? ¿Qué puedo hacer sino amar a la persona que recogió del suelo mis pedazos de esperanza y me brindó un mundo de ilusiones vividas y por vivir? ¿Qué puedo hacer sino romperme yo mismo si algún día veo rotas esas ilusiones, si algún día tu ausencia es permanente y no puedo oír de tus labios en la estación que pronto nos veremos? No me importa lo que piensen, es humano sentir miedo. Miedo de morir en vida.

Es humano amar.

Es muy fácil amarte.

12.8.06

Cuatro palabras

El aire era gris. Y en mi cama moría la carta que lo decía todo en nada. Cuatro palabras que, sin previo aviso, salieron del papel para dejarme sin tu esencia, para dejarme con tu ausencia.

El silencio era ensordecedor. Y una cucaracha suponía el único elemento de vida que quedaba en la estancia. Tu carta era la muerte, que quemó mis manos que aún arden entre llamas y sollozos. El teléfono sonaba de vez en cuando, pero no creo que fueses tú. Nadie a este lado. Todo en mi corazón.

El olor era insoportable. Tal vez eso atrajese a los vecinos. Pero ya daría igual. A ti, de hecho, ya te daba igual. No importaban las palabras, que ya estaban olvidadas. No importaban las caricias y los besos, que probablemente no tardarían en encontrar nuevo dueño. Yo no te importaba. Yo no me importaba. Tú nunca dejaste de importarme.

El agua se había teñido de rojo. Y mi mano aún sostenía nuestra última mirada. Afilada, como la oscuridad que me encerraba.

Y la carta del adiós reposando sobre lo que un día fue nuestra cama. Y esas cuatro palabras que, entumecidas por la humedad, descansaban junto a mí.

Yo ya no soy. ¿Y tú?

4.8.06

Dos espejos

Navego en el mar marrón que me lleva hasta el centro. Donde miras, donde me veo, donde enfocas, donde proyectas los secretos que tu cuerpo encierra. No me importa enredarme durante horas en tus pestañas, mientras un hilo de luz se cuela hasta tu alma.

Converso con ellos, sin palabras, porque no son necesarias. Y nos decimos tantas cosas que no caben en mil palabras. Durante segundos, minutos, tal vez horas. Nada importa.

Silencio… estamos hablando. Yo a ti también te amo.

24.7.06

Vivo

Te he visto cerrar los ojos y volar a otro mundo, sin alas. He observado tu forma de mirar lo que te rodea y me he enamorado de tus ojos y lo que encierran. Con la punta de los dedos intentas alcanzar cada nube, poder tumbarte en ella y no tener otra preocupación que no sea la de ser, respirar, estar. Sabiendo que estás, sabiendo que estamos. Sé que te gusta acariciar la luna como a mí me gusta acariciar tu pelo que cae sobre la almohada. Tu pelo me dice que sueñas despierta y despierta juegas con la vida. Y yo me siento parte de tu vida. Y tú haces que yo pueda llamar a lo mío vida.

23.7.06

Cincuenta por Alba...

(...y todo lo demás no importa)



eres espectáculo... y tú... ni siquiera lo llegas a notar


19.7.06

Escenarios para una obra perfecta

Sin dudas. Primeros besos, primeros pasos. Ojos que se cruzan entre la sombra verde oscura que se va alejando, dando paso al sol que ilumina nuestras primeras palabras, nuestras primeras caricias. De tu mano recorro el cielo. Taxis que vuelven para volverse a ir, guardando besos.

Abrazos robados a traición, por la espalda, en estaciones perdidas. El verde se convierte en nuestro color. Más de una vez, con tacto húmedo. Ojos cerrados. Tiempos parados. No me olvides. No lo haré. Últimas miradas a través de cristales. Siempre a través de cristales.

Olor a sal. Arena en el pelo. Noches de luna llena sin luna. Una toalla, un corazón, una cama, una ilusión. Noches descalzas. Pelo enredado. Luz de las velas. Aroma de rosa. Carcajadas de madrugada. Suspiros de placer. Vidas que se encuentran y se agarran de la mano. Fuerte. Con fuerza. Almas que se miran y hacen pactos en silencio.

Pactos que dan vida. Pactos que respiran pensando en el siguiente escenario.

16.7.06

Llaves

Hay llaves que nunca han sido usadas ni lo serán. Las llaves que llevan a algún sitio secreto, probablemente no físico y permanecen durante siglos esperando simplemente ser, sin que ser implique abrir, sin que abrir conduzca a morir. Ese sitio miente, te llama sin existir, existe sin pensar en algo más que escapar del mundo donde nunca fue creado. Y miras la llave sabiendo que no existe cerradura posible que sacie tu curiosidad, pero la guardas como si te fuera la vida en ello. Miras la llave y sientes que no hay nadie en el mundo que pueda arrebatarte tus sueños, lo que un día pensaste que existiría tras aquella puerta misteriosa.

Hay llaves que conducen a varias puertas nunca antes abiertas. Una puerta te conduce a otras diez. Y cada una de ellas te conduce a otras diez. Y sientes que la vida te hace elegir. Sientes que cruzar una puerta implica no poder volver atrás. Que si elegiste mal no podrás rectificar a no ser que vuelvas al principio, a comenzar, a volver a vivir, a volver a nacer y quién sabe si a morir. Cruzas con cuidado cada puerta, con la llave adecuada. Antes de dar cada paso debes estar convencido de que lo que encontrarás tras la puerta es lo que quieres encontrar, de que podrás seguir tu camino tras ella, sin tener que arrepentirte. Cruzas las puertas, nunca con la misma llave. Vives la vida, nunca con la misma sonrisa. Y te das cuenta de que has elegido bien, cuando al cruzar esa puerta miras tu mano y la llave ha desaparecido. Nunca necesitarás esa llave de nuevo, estás en el camino correcto. Hay llaves que desaparecen.

Hay llaves doradas que abren puertas plateadas. Incluso llaves de papel que abren puertas de plástico. Hay puertas que se abren sin llave y llaves que abren mil puertas. Hay llaves con formas de manos, manos que sujetan llaves, llaves que caen al suelo y nunca nadie recoge. Hay llaves que nunca tendré, llaves que han desaparecido. Llaves que desaparecerán. Toda mi vida, habrá llaves que desaparezcan.

4.7.06

El país de sal

Soy extraño y en mi extrañeza sigo unos pasos que yo mismo no supe inventar. Vivo en mi país de sal, donde mirar mal está mal visto. Sólo pensamos de labios para fuera. Sólo actuamos con el corazón. Cuando el cielo está gris en el horizonte, quemamos los paraguas, sólo de esa forma las gotas venideras tendrán algo para apagar.

Hubo un tiempo donde vivíamos sin sol. No lo necesitábamos porque no mirábamos hacia arriba. Soy extraño y en mi extrañeza nunca he necesitado mirar hacia arriba. Porque dentro lo tengo todo y los pies los tengo casi en el suelo. La luna, al contrario que el sol, nunca dejó de salir. O al menos eso decían. La luz, aunque tenue, era la noche. Los pájaros no sabían cuándo cantar.

Un día, sin saber por qué, nos dijeron que había salido el sol. No miramos arriba para comprobarlo, siempre confiamos. Las caras a nuestro alrededor eran más nítidas, la hierba era más verde y la gente más feliz. Nunca supe bien por qué, pero el sol nos hizo bien.

1.7.06

Emocionalmente tuyo

Y podría decir mil cosas, pero ninguna reflejaría lo que siento por dentro. Es un tiempo que no pienso, que no dejo pasar. Es algo que nos agarra lo suficientemente fuerte como para no hacer olvidar ni un minuto.

Después de no ser, de estar en sitios donde era mejor no estar, ahora soy y estoy en ti, en nosotros, en el lugar donde todo nace, todo crece, todo vive y nada muere. Ésa es nuestra grandeza, la que nos cuida y nos da aliento para seguir en cualquier lugar. Y puedes tener por seguro que nadie te ha dicho tan sinceramente estas palabras. No puedes dudar de mis latidos, que incautos llamaron a tu puerta y encontraron, sin esperanza, respuesta.

Quisiera decir mil cosas pero sólo sé escribir estas pocas líneas que intentan decirte tanto. Quisiera darte todo pero, mientras escribo, me faltas en mi colchón. Quisiera besarte pero me muerdo los labios y sólo me acompaña la sangre de la distancia.
Pero no importa, sé esperar, si es por ti. Sé esperar a quien más quiero. Sé esperar a quien me da la vida. Y nadie lo hará con este sentimiento. De eso no hay ni habrá duda.

28.6.06

Luna nueva

El camino está empezado
y parece que fue ayer.
Tu sombra camina junto a la mía
y puedo sentir tus palabras en el silencio.
Esta noche no podré abrazarte,
pero nada me impedirá mirar la luna
que asomará tímida buscándonos.
Nada me impedirá pensar en ti,
sabiendo que en algún lugar
tú también la estarás mirando.

Gracias.
Gracias por todo.
Gracias por siempre.

22.6.06

Donde dé más la luna

La vida se escapa entre nuestros dedos y lo peor es que nos damos cuenta y no podemos hacer nada. Plantamos semillas en cada bosque que encontramos, pero olvidamos regar la mayoría. Otras, con lágrimas, hacemos que crezcan, al menos hasta que podamos sonreír.

Consumimos cada segundo sabiendo que no va a volver, que no habrá nadie que venga a devolvérnoslo, pero puede que haya alguien dispuesto a hacer del siguiente el mejor de nuestra vida. Sólo hay que saber plantar en el bosque adecuado, en el rincón propicio, donde dé más la luna.

Hay demasiadas cosas que nos preocupan y, en el fondo, sólo debería haber una. Todo lo demás es secundario cuando se trata de la gente que nos importa. Incluso nosotros mismos. Deberíamos centrarnos en hacer felices a los demás confiando en que alguien lo hará por nosotros. Dejarnos caer de espaldas, con los ojos cerrados, sabiendo que habrá alguien para cogernos. Entonces no importa que la vida se vaya porque esa persona se viene con nosotros y nuestra vida. Todos tenemos a alguien dispuesto a hacerlo, a alguien que dejaría todo para sujetarnos. Sólo hay que saber plantar en el bosque adecuado, en el rincón propicio, donde dé más la luna.

19.6.06

Miguel

Escuchando truenos y mirando el charco que desde hace unos días inunda el suelo que pisaban sus pies. Creo que no está. No se da cuenta de lo que ve, ni de lo que hace, ni de lo que es. No es uno más de los que dejó de sonreír, es él. Alguien como él se merece algo como esto y mucho más. Es nuestro pequeño homenaje a un gran amigo. Alguien que se merece ser feliz en todo momento porque a los demás siempre nos hace formar una sonrisa en la cara. De alguna forma, queremos devolverle esos momentos de conversaciones, de complicidad y de amistad. Porque todas las cosas cambian, giran y donde hoy se ve negro, seguro que mañana será todo blanco.

Todo está nublado, cuesta andar e incluso respirar. Pero todo pasa. Aunque parezca que cuesta, todo cede, todo se aclara, la tormenta amaina. Ahora es consciente de que es tiempo de mirar hacia delante y sólo mirar atrás cuando sabe que lo va a hacer con una sonrisa, quedarse con todo lo bueno que se ha encontrado por el camino porque, al fin y al cabo, es lo que importa. Sabe que tiene amigos con los que puede contar.

Desde aquí queda poco más que tender la mano. Agarrarse con fuerza ya no depende de otra persona que no sea él. Toca soñar y volar. Nos lanzaremos de cabeza al vacío si hace falta para poder robar una primera sonrisa a Miguel, porque sabemos que el resto vendrán después, porque muchas veces ha sido al revés.
Alba y Diego

18.6.06

Te odio

He venido a decirte que conmigo no podrás. Que me da igual que te empeñes en hacer daño, con nosotros no podrás.

Quiero que sepas que haré lo que sea por quitarte del medio. Algún día lo conseguiré. Ese día ella y yo no tendremos que mirarte más con desprecio, porque eso día dejarás de existir para nosotros. Para siempre. No hará falta mirar calendarios, sincronizar relojes, esperar en incómodos asientos. Ese día venceremos y tú no podrás hacer nada.

No habrá despedidas, sólo buenos días. No habrá lágrimas por ti, ni flores en tu tumba. Sólo habrá algo más fuerte que nada. Lo que nos une a ella y a mí. Lo que está por encima de ti y de todo. Lo que te mata.

13.6.06

No me gusta el amor

En tus manos tienes mi ser. Lo mimas, lo cuidas y haces que todo lo demás se vuelva insignificante. Cada palabra que roza tus labios está destinada a provocarme una sonrisa. Vives para dar y me das todo. No hay palabras para agradecerte lo que haces, aunque siempre intente hacerlo torpemente. Prefiero un gesto, mirar tus ojos, unirme a ti, acariciar tu pelo y adentrarme en tu mundo. Dejarme hipnotizar por tus besos que me dejan sin habla.

Haces magia con tus manos. Me levantaste cuando estaba acostumbrado a arrastrarme, a oscuras. Ahora la vida es de colores. La vida es suave como tu cuerpo. Me entrego a la vida como a tus labios. Recorro tu alma con mis manos y te noto cerca en la distancia.

Busqué tanto tiempo sin encontrar. En ocasiones encontré pero no me quisieron encontrar a mí. Otras veces he creído encontrar donde no había. He visto pasar lágrimas, sonrisas leves. He visto caer almas a ningún abismo. Contigo todo es distinto. No hace falta red porque no tengo miedo a caer.

No me gusta el amor, me gusta NUESTRO amor.

9.6.06

Tan nosotros

Es preferible no mirar a mi lado si sé que no te voy a ver. Por eso no abro los ojos por las mañanas ni intento palpar tu cuerpo en el colchón. Trato de quitarle importancia al asunto cuando, lo que en realidad me gustaría, sería quitarle kilómetros al mapa.
Te siento tan dentro que estoy fuera de mí. No creo que haya nadie tan feliz como yo mañana, cuando vuelva a ver tus ojos tan cerca de los míos. Tan próximos que nuestros labios se rocen. Cada suspiro es audible. Tú siendo tan yo, yo siendo tan tú. Siendo tan nosotros.

1.6.06

Nuestro sentido

Nuestro sentido se ha ido
de madrugada perdido
entre besos y abrazos
he perdido la razón.

En la luna te admiro
por hoy por fin me retiro
y la historia, nuestra historia
finalmente empezó.

Que tus ojos me dicen mil cosas
yo intento decirte millones
que no hay otro mundo en el mundo
que es tiempo de decir la verdad.

Que más que quererte te amo
que no tenemos relojes
pero contamos los segundos
que nos volverán a juntar.

30.5.06

Delirios febriles V

He abierto la boca.
No todo está dicho.
Nos quedan madrugadas.
Me faltas tú.
Pronto es pronto.
Yo no soy tanto.
Tú lo eres todo.
Sé que ahora lo entenderás.
Este delirio está claro para ti.
Ahora sí.
Todo está claro para ti.
Por fin puedes entenderlo.
Nos quedan madrugadas.
Y un beso pendiente.

24.5.06

¿Y ahora qué?

Y aquí me tienes. ¿Y ahora qué? No sé cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que levanté mi cabeza, desde la última vez que vi el sol. Me ahogo entre mi propia oscuridad, muevo los brazos buscando una respuesta y no hago más que tropezarme con mis propios pedazos que inundan el suelo.

No recibo los rayos de tu luz que deben secar las lágrimas que recorren mi cara y van a parar a un mar sin peces, ni estrellas, ni sueños. Una tarde te vi llegar junto a mí para después desaparecer dejándome en una caja de cartón con mi corazón a la deriva. Busqué entre las sábanas tus razones, pero encontré un hueco frío y vacío que una vez llenaste y que poco a poco se va agrietando.

En una de esas olas que no van a ningún sitio, me ha venido a la cabeza aquella tarde de octubre en que nos conocimos. Ni me acuerdo ni me interesa recordar cuál fue la primera palabra que te dije. El sol ya no hacía daño y las hojas que caían ocultaban todo aquello que no queríamos mostrar. Ése ha sido nuestro error durante estos años. Nos hemos ocultado hasta lo más visible. No hemos sabido decirnos la verdad, aunque nunca mintiese cada vez que te dije un “te quiero”, ni siquiera aquel último en la fuente del parque donde tanto nos gustaba pasear y donde, de una vez por todas, se acabó lo que no tenía continuación, lo que desde meses atrás se había convertido en un infierno. Y sigo preguntándome qué nos ha pasado, por qué ahora puedo odiarte con las mismas fuerzas con las que te quise, hasta el punto de tener que evitar tu cara hasta en los más profundos sueños.

Ojalá tuviese suficiente valor como para decirte todo lo que he callado, todas las veces en las que me he cosido la boca para no chillarte el mal que me estabas haciendo. Quizá ese fue mi gran error, no decirte que me apagabas cigarros en la frente, no decir nada. Sólo me golpeaba la cabeza contra la puerta del armario intentando sacarme la venda que me cegaba, la que me hacía volver a ti. Como la peor de las drogas, necesitaba mi dosis diaria de ti, que me matabas y me hacías vivir. Era inevitable este final, lo que no recordaba es que no es tan fácil dejar de fumar.

Lo peor de todo cuando me miro al espejo es que no puedo culparme de todo lo que te hice. Quiero escupirme, pisar mis cristales rotos, decirme a mí mismo que todo lo que te hice no lo merecías, pero no puedo ni hacer eso. No cuando recuerdo todas esas noches en las que la versión oficial me decía que salías con tus amigas y la versión matinal me contaba cosas muy distintas al oler aquel perfume caro de hombre y ver aquella pequeña tarjeta de hotel de lujo en tu bolso. Esas mañanas en que me iba a dar un paseo porque me agobiaba estar en casa, porque olía ese perfume por cada rincón. Esas mañanas en que no era capaz de mirarte a los ojos y ni siquiera me atrevía a preguntarte dónde habías estado, porque tenía miedo de que me dijeses la verdad.

Recuerdo las mañanas ojerosas en las que reposaba mi cabeza sobre mis manos en la mesa de la cocina. A pesar de la ducha matinal, sentía todavía el alcohol recorriendo cada rincón de mi cuerpo. Todo mi mundo giraba sin parar en torno a esa taza de café que con su calor creaba una atmósfera más propicia para dormir que para ir a trabajar. Tú pasabas a mi lado, impasible. Otra vez lo había hecho, había abandonado mi cama, tu cama, nuestra cama. Esa en la que nos besábamos y acabábamos mirando al techo como si fuesemos dos desconocidos. Otra vez me vestí y salí en busca de alguien que me diera lo que tú no me ofrecías, eso que evitaba cerrar el círculo que forma la O de unión. Jugábamos como quinceañeros enamorados hasta que te cansabas de mí y decidías que era suficiente. Buscaba en ti alguien en quien confiar, mi mejor amigo, mi compañero, mi otro yo, mi amante. Pero tú no lo hiciste. No creí que intentar disfrutar te hiciera daño, ¿por qué iba a hacértelo? Si tú no lo hacías, no debería importarte que tu hueco lo rellenase otro, que dejase que mi piel rozase otra piel y secase el sudor de mi frente con los besos de otro hombre.

Pasaba los días esperando la noche para estar contigo y las noches esperando el día para separarme de ti. Lo que cada noche fue amor verdadero con el tiempo se convirtió en una estúpida obligación que acababa atándonos a la cama. Fue así como inevitablemente escapabas, de vez en cuando. Nunca dudé que sabías que yo conocía el verdadero motivo de tus escapadas. No hacías nada por ocultarlo. Hubiera dado lo que fuese por meterme en tu mente aquellas mañanas en las que yo me marchaba a odiarte fuera de casa. ¿Qué pensabas? ¿Te reirías de mí? ¿Disfrutarías sabiendo que yo lo pasaba mal? Siempre tuviste esa mente retorcida. A estas alturas sería absurdo jurar que yo siempre te fui fiel, pero siempre tuve la decencia de no restregártelo, de no humillarte, de no pisotearte hasta verte sangrar. Aún hoy dudo que te enterases nunca de esto. Y así llegaban las noches. Cada uno a un lado de la cama, sin hablar, pero sabiendo que nuestro lecho estaba partido en dos, que no se respiraba más que odio y que, tarde o temprano, perderíamos el equilibrio sobre la cuerda cada vez más floja. Hoy, no sólo hemos perdido el equilibrio, sino que nos hemos dado cuenta demasiado tarde, de que nunca colocamos la red bajo nosotros.

Idas y venidas dando vueltas en camas ajenas. Pero aún así, no sé por qué, tenía la necesidad de volver a tu lado, de sentirte así de distante. Tenías algo que no encontraba en ningún sitio. Tu calma equilibraba mi huracán. Eras quien me lanzaba el vaso de agua a la cara para que despertase, para que mis pies volvieran a la tierra. Necesitaba el olor de tus camisas en las que encontré carmín de mujer. Nunca dije nada, pero tampoco podía enfadarme, no sentía celos, ni envidia. Tú eras como yo, yo era como tú. Pero nos necesitábamos sin razón aparente. Se erizaba mi piel cuando me rozabas, no sé por qué. Todavía eres especial. Te echo de menos y me pregunto si tú también lo haces.

¿Cuánto tiempo ha pasado? La verdad es que no llevo la cuenta. Ni de esto ni de nada. Desde que nos dijimos adiós nunca nada me ha preocupado. Eso pasa factura, en ningún trabajo quieren a alguien sin preocupaciones y yo no soy ninguna excepción. Las marcas en mi muñeca, un tanto maltrecha, aseguran que te echan de menos. Yo me niego a darles la razón. Tengo miedo de dársela. Sé que si se la doy, si ahora mismo te viera, en cualquier lugar, después de este tiempo, no podría evitar recordar. Mi imperfección me haría recordar las mañanas abrazados y no gritándonos, las tardes buenas y no las malas, las noches de amor y no las de odio. Mi imperfección me dice que, si te tuviera delante ahora mismo, a mis labios se les escaparía un “te quiero”. Y puedo jurarte que entonces, tampoco te mentiría. Quizás las dos únicas palabras a las que siempre guardamos respeto.

Cogeré valor (o cara dura) de donde no lo hay. Mañana me plantaré en tu casa, te diré todo lo que hay, todo lo que no hay, todo lo que hubo y todo lo que quiero que haya. Quiero volver a decir que somos dos, con todos nuestros defectos. Si sonríes, te besaré. Si me cierras la puerta en la cara no me volverás a ver, ni tú ni nadie. Mi decisión está tomada, ya solo me queda saber la tuya.
Alba y Diego

17.5.06

Querido yo

Querido yo:

Siento aparecer de esta forma tan repentina, tras tanto tiempo sin dar noticias. Sé que puedes reprocharme no haberme interesado en tus asuntos, haberme perdido en otro lugar cuando los problemas te acechaban o haber mirado para otro lado cuando extendías tu mano pidiendo ayuda.

Como contigo no puedo tener secretos, me veo obligado a confesarte que, a pesar de ver y sentir caer tus lágrimas, a pesar de haber sido consciente testigo de cada una de ellas, a pesar de que mi mano estaba más cercana que cualquier otra para ayudarte, no lo he hecho con conocimiento de causa. No lo he hecho porque no quiero ayudarte. No lo he hecho porque te odio.

Esto no es más, por tanto, que una declaración de guerra. He pasado muchos años viendo cómo callabas, cómo fingías sonrisas y, sobre todo últimamente, cómo ocultabas eso que llamas sentimientos. He comprobado a lo largo de este tiempo que no hay ser más maldito que tú, mi maldito yo, con el que un día me cansé de pelear. He contemplado con estupefacción cómo te alejabas del modelo de vida de la gente que te rodeaba, cómo te hacías diferente a ellos. Sabes que no soy el primero ni el último que te considera un ser extraño.

Es por eso que vengo a decirte hoy que estoy cansado de sufrir por ti. Estoy cansado de que todo te afecte, todo te duela, estoy cansado de que tengas sentimientos. Tengo todo el derecho del mundo a realizar mi reivindicación porque, al fin y al cabo, éste es también mi cuerpo.

Hace tiempo me cansé, me di por vencido y permití que vagaras sin sombra en un mundo de melancolía incomprensible. Es por eso que hoy vengo a repudiarte. Es por eso que no descansaré hasta que mueras.

Odiándote de por vida, me despido.
Yo.

10.5.06

Mañana

Algo me dice que mañana no seré yo. La forma en que se mueve la habitación, el silencio que rompe los tímpanos. Algo me dice que tú no piensas igual que yo, sea quien sea yo, siendo tú quien eres.

Mañana te miraré a los ojos y veré tu alma reflejada. Mañana será un hoy, pero hoy nunca será un mañana. Hoy me miras y te sonrío, mañana te miraré y me odiarás. Más tarde, sin saber por qué, sonreirás. No hay mucho que hacer cuando te persiguen. Correr. No hay mucho que hacer cuando te conozco. Quererte. Es posible que la imposibilidad de ser yo me deje sin tu imagen, sin tu olor, sin tu tacto. Ése que nunca tuve. Ése que siempre estuve repitiendo en sueños, aquellas noches que me decías que nada nos separaría. Excepto el despertar. Siempre el despertar.

Mañana buscaré el mejor árbol y la mejor soga, soy un tipo elegante. Te esperaré, cantando otra estúpida canción de amor. Cuando termine no estarás. Pero yo no podré seguir esperando. Será entonces cuando el mañana será el hoy. Será entonces cuando miraré tus ojos que no estarán y me odiarás. Y un escalofrío te dirá que ya me he ido. Ya no existirán mañanas, sólo un eterno nunca. Y tú, sin saber por qué, sonreirás.

2.5.06

Dicen

Dicen que lloras. Y cada lágrima que cae cuenta mil historias. Cada verso que se rompe inunda tu mirada. Espacios oscuros que no hacen más que deslumbrar la historia que no fue, la historia que soñamos.

Dicen que cantas. Y cada nota que suena reanima al corazón. Cada vida que intentas vivir es un poso de lo que quedó al partir. Todo el mundo es triste hasta que se demuestre lo contrario.

Dicen que hipnotizas. Y una mirada vale más que mil suspiros. Y tu mirada vale más que mis recuerdos. Por eso todo lo olvido. Por eso me debes un beso. Por no querer esperar. Por no querer bajar del cielo, de la nube gris que nos ocultaba.

Dicen que mueres. Y que acto seguido yo muero contigo. Que la vida tampoco olvida y nosotros no éramos la excepción.

Morimos. Y no hay nada más. Porque tú lo eres todo. Y no hay nada más.

24.4.06

Ni yo

No hay nada en mí. Nada habita en mí. Cualquier tipo de sentimiento se difumina en mi interior. Todo lo olvido. Todo lo lloro. Y no encuentro tu hombro.

Todo está gris. Día nublado. Ésta es la última vez que me lo digo. Es la primera vez que te extraño, sin contar las mil que hubo antes, en algún lugar guardadas. No es que no quiera mirarlas, es que me da miedo romperme.

Y no hay motivos para ser feliz. Soledad. Hay motivos para echarte de menos. Tristura. Hay motivos para quererte hasta odiarme. Ese maldito yo. No hay razones que me lleven a ti, ni caminos que me alejen. Sólo hay una vida que busca otra. Sólo hay querer en su sentido más sano. Pero a veces no me oigo ni yo. A veces no me quiero ni yo.

17.4.06

Como dos desconocidos

Mimo tus palabras, disfruto tus gestos. No hace frío. Es de noche. La antesala del cariño. La puerta sin llave ni alma.

Hubo un intento fallido. A la segunda va la vencida y nos sobra una. Para saltar, para jugar, donde quieras, a ser dos desconocidos, a ser otras personas.

Espero verte muy pronto, entre alguna luz encendida, buscando el viento del alba. Sabiendo que hay vida mañana, pero no durmiendo jamás. Surcando la noche sombría, sentados en un escalón. Como dos desconocidos. Como si fuéramos tú y yo.

14.4.06

Delirios febriles IV

Muero.
No estás conmigo.
Me tiro.
¿Dónde estás?
Todo sabe a nada.
Nada sabe a ti.
Más febril que nunca.
Más tuyo que siempre.
Violines que dejan de sonar.
Repito.
No lo sé.
Por más que yo quiera.
No lo sé.

31.3.06

Luz en la tormenta

Malditos días en los que nada se puede hacer, aparte de desesperarte. Días que desearías estar muerto o, al menos, en otro lugar, muy lejano al que te encuentras. Tal vez solo, sin nadie a quien tener que dar explicaciones de las cosas que haces, de las cosas que sientes. Tumbado sin ninguna preocupación mayor que dejar pasar el tiempo. Cómo me gustaría poder olvidarme de todo.

Cuando todo parece acabar con mi cabeza apareces tú de la nada. Tan linda, tan preciosa, tan tú. Y las malas caras se tornan en sonrisas. Y aparecen las ganas de vivir. Y los oscuros pensamientos se vuelven locos ante tu presencia. No pienso, sólo te admiro. Cómo me gustaría coger tu mano en esos momentos y llevarte al lugar donde no existen las sombras. Ese lugar donde, estés donde estés, siempre hay un haz de luz iluminando tus ojos.

Eres capaz de dar la vuelta a cualquier situación. Todo cambia si tú me miras. El mundo entero se detiene para escuchar tus dulces palabras, que se deslizan por esos labios que tanto anhelo. Sólo quiero enredarme en tu pelo y no separarme de ti nunca.

Detienes tormentas con una sola sonrisa. Todo está en paz si estás tú para evitar la catástrofe, la caída. Y yo me caigo. Y me levanto al verte. Pero tarde o temprano desapareces y pierdo mi apoyo. Tarde o temprano mis ojos dejan de verte y mi corazón empieza a buscarte en cada rincón de la habitación. Me parece oír tu voz, pero no estás. He perdido mi apoyo y no puedo levantarme. Tú eres mi apoyo y sin ti no puedo levantarme. Y la tormenta está llegando. El agua me llevará. Y no te tendré para salvarme. Nadie se queda conmigo nunca para salvarme. No estarás tú para salvarme... y no podré decirte cuánto te quiero.

29.3.06

Esta noche

He llorado en tantos rincones que todos los ríos llevan tu nombre. Pienso en volver algún día a ser lo que fui, pero me derrumbo al comprobar que sigo sin tenerte, después de tanto tiempo. Sé mucho de ti, incluso sé que quiero saber más. Sé que duermes sin soñar y sueñas sin dormir. Sé que eres tú y me basta. Sé que soy incapaz de traducir tinta a palabras. Y lo sé porque sé que nunca me tomarías en serio.

No es pronto, pero no es tarde. Bailemos. Sin música. No es de día, pero no es de noche. No sé bailar, pero bailemos. Al compás del sentimiento. No estamos cerca, pero no estamos lejos. Guía mis pasos. Muéstrame. Llévame.

¿Es mucho pedir pasar esta noche contigo? Una sola noche, en contra de las miles que quise hacerlo y no lo hice. Sólo quiero recorrer tu cuerpo con mis labios. Sólo quiero sentir que me sientes. ¿Es mucho pedir hacer el amor esta noche contigo? ¿Es mucho pedir que me quieras tan solo un instante? Un instante de deseo, en contra de los miles que he sentido desde que te imaginé aquella primera tarde de otoño.

11.3.06

Susurros

Mi garganta maltrecha no me deja pronunciar su nombre, sólo susurrarlo. Mis manos quieren acariciarla en estos momentos, pero se resignan ante la evidencia y tienen que conformarse con apretar un bolígrafo sin más. Tinta negra. Vida negra. Noche negra.

Me gustan las noches. Me escondo en ellas y observo el mundo. Todo parece tranquilo y me pregunto qué estará haciendo ella en esos momentos. La invento en las nubes, en las sombras. Está mirando hacia mí. ¿Por qué has tardado tanto? Llevo toda una vida esperándote. Pero ella no contesta. Ella no me ve. Estoy aquí, delante de ella, no es capaz de verme. Sólo quiero que me lleve con ella, pero no es capaz de verme. Tan cerca y tan lejos.

10.3.06

Delirios febriles III

No podía ser.
De ninguna forma.
Estaba claro.
No podía ser.
De ninguna forma.
Y me quedo con lo puesto.
Hablándole al amanecer.
Tengo frío.
Estaba claro.
No podía ser.
No.
No puedo hablar.
Mejor no hablo.
Me callo.
Dormiré para no despertar.

4.3.06

¿Qué es para ti estar?

Tus labios dicen más de lo que jamás se ha contado. Embelesado en ellos, me dispongo a lanzarme a tus brazos, sabiendo que no existirán otros que me abracen mejor. Paso horas en silencio, ideando el plan perfecto para robarte un beso bajo una luna casi invisible, que se va asomando poco a poco. Nadie, excepto ella, parece mirarnos. Nadie, excepto yo, sabe lo que quiero. Nadie, excepto tú, puede dármelo.

Es verdad que no sé mentir, por eso no tienes por qué tener miedo. Todo esto se veía venir, desde el mismo momento en que me giré y te vi. Hay pocas cosas que me hagan sentir bien y sólo una que me haga olvidar todo.

Sabes que me tienes. Sabes mucho de mí. Igual ha llegado el momento de vender nuestras almas al tiempo. De nada sirve mirar hacia otro lado. Sólo quiero besarte. Besarte y olvidar por un instante todo lo demás. Besarte y que no me olvides ni un instante. Besar tu cuerpo y despertar a tu lado. Contigo y nada más.

12.2.06

Y yo no te digo nada

En ocasiones tengo la impresión de que no soy como los demás. Tú, por si acaso algún día se me olvida, te ofreces gentilmente a recordarlo. Soy un tipo raro, pero me gusta. Soy un tipo raro, pero me gustas… y eso es muy normal.

Qué aburrido sería todo si todos fuésemos iguales. Tú dices que no es mala mi extraña forma de ser, que es algo bueno, pero yo no logro escucharte porque ando entreteniéndome con tus ojos, imaginando que los veo al despertar, jugando a ser uno tú y yo. Tú me dices cualquier cosa y yo me imagino que me dices que me necesitas. Y sonrío. Y sonríes, sin saber las fantasías que recorren mi cabeza en esos momentos. Me siento tentado de claudicar, de faltar a la promesa que me hice de siempre callar. Cierro los ojos y siento una imperiosa necesidad de decirte que si me levanto cada mañana es sólo porque sé que te voy a ver. Cierro los ojos y necesito decirte que si te quedases conmigo para siempre, nunca te faltaría un “te quiero”.

Pero, al fin y al cabo, la princesa no se enamora del tipo raro. Bien es sabido, por tanto, que el tipo raro debe callar. Debe callar y mirar a la luna. Debe mirar a la luna y soñar. Y soñar… y soñar. Soñar un sueño donde todo sale bien. Soñar el único mundo donde tú y yo podremos estar juntos.

Y dan ganas de saltar, de tocar tu cielo con los dedos por un instante, aunque después se caiga al abismo. Dan ganas de quererte hasta que duela el corazón, hasta que no se pueda más. Dan ganas de inmortalizar tus labios, de decirle al mundo entero que te admire, porque nunca encontrará algo igual. Pero me callo y te guardo para mí. Soy así de egoísta. Te quiero para mí. Para mí y para mis labios. Y yo no te digo nada.

5.2.06

Delirios febriles II

Busco un pedazo de mí.
Pero no hay nada.
Busco la luz que me lleve a ti.
Pero no hay nada.
Todo quedó olvidado.
Nada.
Todo murió.
Y tú ni lo sabes.
Y me temo que nunca lo sabrás.
Sólo sabes que te sueño.
Te sueño y desespero.
No puedo permitirme el lujo… de caer otra vez.

27.1.06

Invenciones (Segunda parte - Tú y el mundo)

Tú para mí no existías. Quizás otras personas, que para mí son igualmente inventadas, te habían creado por sí mismas, pero de mil formas distintas. Cada versión tuya es distinta en cada mundo. Para mí no existías, tuve que inventarte. Tuve que crearte e introducirte en mi mundo, donde nunca antes habías estado.

Te creé con mimo, cariño, delicadeza y dedicación. Cuidé cada detalle, intentando darte la capacidad de amarme, pero no la imposición. Te di un corazón de rosas rojas, esperando que un día volviese a mí. Te di un alma de rosas blancas, suspirando por que un día suspirase por mí. Y pensé en un mundo más amplio, donde nadie pudiera molestarnos. Te inventé con la libertad de quererme u odiarme.

Y todo salió mal. Y nada salió. Tu alma nunca suspiró por mí. Tu corazón nunca volvió a mí. Quizás yo mismo soy una invención de la nada. Y no existo. Y no soy.

26.1.06

Invenciones (Primera parte - El mundo)

Nadie existe. Nada existe. Cada ser humano es su propio dios y crea por tanto su propio mundo. No existe, por tanto, nada ni nadie más que uno mismo.

Cada uno en su mundo inventa a quien quiere, inventa lo que quiere. Alguien entra en tu mundo en el momento en que lo inventas. Y tienes que inventarlo, simple y llanamente porque no existe. Lo creas, le das personalidad y características, le das la capacidad de ser, con todo lo que ello implica. Con pétalos de rosa lo formas y lo moldeas. Es entonces cuando alguien, de alguna forma, existe para ti. Es entonces cuando lo sientes en tu mundo, que es el único que existe.

Todo lo que entra en tu mundo resulta ser una invención, porque nada existe más que tú. Tú tienes la decisión de dar mayor o menor capacidad de actuación a tus creaciones. Tú tienes la posibilidad de proporcionar mayor o menor protagonismo a tus invenciones. Puedes darles la oportunidad de pensar y dejar que pase el tiempo, sin saber cuál será la siguiente estación, pues ellos se encargarán de ir o no contigo. O puedes tomar el control de todo y de todos, pormenorizando cada detalle.

Tú eres quien decide si cuidar o no esas invenciones, levantadas con pétalos de rosa. Tú decides qué regar y qué no regar, quién regar y quién no regar. En tu mano está que alguien siga presente en tu mundo o pase al lado que no se ve, al rincón donde habita lo borroso, lo marchito.

22.1.06

Una canción sin más

Hay cosas que dejamos de ver,
hay cosas que buscamos sin más.
Alguna vez hubo gente distinta
esperando aprender a volar.

Mil y una vidas para elegir
y, cómo no, elegí la peor.
Sé que no es tarde, pero ya no llego
y me quedo sentado en el suelo.

Sin hablar.
Sin mirar.
Recordando.

Sin vivir.
Sin salir.
Y llorando.

20.1.06

Delirios febriles I

Quiero pero no puedo.
No duermo, no puedo.
Quiero ser yo pero no puedo.
No vivo, no puedo.
No sé, no sé nada.
No sé dónde estoy.
No sé cómo me llamo.
Sólo sé que espero dos palabras.
No sé nada.
Sé algo.
Sé que te espero.
Y ahora estoy triste.
Quiero ser tú.
Quiero ser yo.
Pero nunca lo seré.
Y duele.
Y sangro.





delirio.
(Del lat. delirĭum).

3.
m. Psicol. Confusión mental caracterizada por alucinaciones,
reiteración de pensamientos absurdos e incoherencia.

* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

febril.
(Del lat. febrīlis).

3.
adj. Ardoroso, desasosegado, inquieto.

10.1.06

21 recuerdos

Veintiún recuerdos. Unas veces saben a mucho, otras a poco. Veintiuna historias, cada una diferente. Unas veces duran segundos, otras veces duran años.

He querido, me declaro culpable. Desde aquel primer beso, me declaro culpable. Pero fue después cuando sentí de verdad el amor. Primer amor adolescente, de esos que te hacen reír ahora, pero te hicieron llorar mares. Nunca olvidaré aquel tiempo ni aquel adiós.

Después, poco de cualquier cosa y mucho de echar de menos. Algunos recuerdos se iban formando sin más, teniendo como base en la memoria unas palabras rizadas. ¿Hasta cuándo? Hasta que pasa lo que suele ocurrir. De repente, algo que era grande se vuelve insignificante cuando te das cuenta de lo que tienes delante.

Fue entonces cuando conocí todo, cuando nos hicimos mayores juntos, cuando un beso nos llevaba a un lugar diferente. Esas cosas que no se olvidan. Porque el día que el Big Ben pare su lenta, pero incansable andadura, ese día acabará nuestro (mi) recuerdo. Vivencia que terminó sin más, un día cualquiera. Vivencia que terminó conmigo, una tarde cualquiera. Demasiadas ideas, no siempre buenas. Demasiado querer a alguien que se alejaba. Demasiadas madrugadas de septiembre, solo por la calle, esperando nada.

Esas cosas cuesta superarlas, pero se superan. Pero, ¿qué pasa entonces? Que te das cuenta de que has vivido tanto tiempo en tu burbuja, sin preocuparte de nada ni de nadie, que cuando sales vives en un mundo desconocido. Y te das cuenta que has hecho daño a la gente que, a fin de cuentas, siempre ha sido la única que nunca te ha abandonado. Y te das cuenta que te has portado tan mal que has roto algo que nunca se podrá arreglar. Y te lamentas, pero te lo mereces. Y te lamentas, pero no te la mereces.

¿Y qué haces? No sé si por despecho o desecho, buscas abrigo en cualquiera que te quiera abrazar. Buscas, de alguna forma, sentirte querido donde sabes que no podrás corresponder. Y haces daño, pero no se lo merecen. Y quieres largarte, pero no te atreves. Y así mucho tiempo, demasiado.

Llega un momento en que rompes, te olvidas. Y te dedicas a conocer sueños. Y te dedicas a conocer la Europa que queda más allá del Big Ben (que sigue marcando la hora). Y el destino, ese muchacho travieso, quiere llevarte, como a ella, a un pueblo precioso, como ella. Y Ceský Krumlov, ante la atenta mirada de la luna, es testigo cruel de un saludo y una despedida, casi sin darte cuenta de que ha habido tiempo por medio. Y dura mil veces más el recuerdo que la vivencia. Y tiempo después, te preguntas si la volverás a ver (en algún lugar del tiempo), mientras comienzas a darte cuenta, por enésima vez, que los amigos, a pesar de no ser el más apasionado, son el más largo y sincero amor.

Y conoces gente y vuelves a recordar lo olvidado: “No te enamores con el primer beso”. Y entre tantas historias, vuelves a hacer daño. Quieres, te quieren, pero vuelves a hacer daño. Uno de los mejores meses, que componen el vigesimoprimer recuerdo, entre velas y rosas… pero vuelves a hacer daño. Y no puedes hacer más que agachar la cabeza y susurrar que lo sientes, pero te equivocaste.

¿Y ahora qué? Noches buenas, noches malas. Ya no me atrevo a decir nada. Dejemos que pase el tiempo. Queda mucho, esperemos.

2.1.06

Un beso fatal

Cuenta cuentos que nadie contó, y con ellos crea silencios nunca creados. Todo gira despacio cuando sus labios se despegan para hilar tejidos de palabras. Quizás por ello cesen su canto los pájaros. Quizás por ello no he dicho una palabra, porque con ella se aprende a escuchar.

Los ojos que ella toca con su mirada quedan para siempre hipnotizados. Es como naufragar en un mar gris, en otros tiempos. Quizás por ello nadie se atreva a mirarla fijamente, porque no existen mapas para salir de su laberinto.

Si no has aprendido a vivir antes de estar con ella, estás perdido. No habrá más oportunidades. Cuando menos te lo esperes, aparecerá, de noche. Si no sabes responderle su cruel pregunta, te mirará a los ojos y te dirá que no quiere volverte a ver. Y no la volverás a ver. Ni a ella ni a nadie.

Vagarás por el laberinto de sombras que encierra su mente. Y querrás escapar. Y querrás llorar. Pero su beso fatal ya habrá humedecido tus labios. Y querrás saltar. Y querrás acabar. Pero la estela negra de su vestido te habrá amordazado y atado de pies y manos. Cuando te quieras dar cuenta no existirá tu corazón. Cuando te quieras dar cuenta, no existirás. Ni tú ni nadie. Su beso acabará con todo. Y no habrá un dios para verlo. Y no habrá un dios para evitarlo.

31.12.05

Noche mala

La última vez que te vi terminé bastante mal. Simplemente terminé. Terminé de darme cuenta. Que no puedo esperar más. Que por mucho que quiera, no puedo esperar más.

Momentos buenos. Momentos de los buenos, que no van a más. Por mucho que yo quiera, no pueden ir a más. ¿Y qué puedo hacer yo, más que desesperar? ¿Y qué puedo hacer yo más que volverlo a intentar?

No me dejes así, sin saber si vivo o muero. Sin saber algo de ti. Sin saber cómo ni cuándo. Sin saber si alguna vez estuve dentro de ti.

30.12.05

Demasiado silencio

Te vi otra vez. Y no había pasado ni un segundo desde la última vez. Todo igual. Todo bien. Ahora te veo, donde había dejado de verte.

Fuera llueve. Dentro también. Fuera oscurece. Dentro también. Fuera, sonrisa. Dentro, labios mordidos, ya sangrando. Demasiada sangre para tan poco tiempo. Demasiado tiempo para tanto silencio. Demasiado silencio… demasiado silencio.

Empiezo por el tejado y termino por el deseo. Empiezo por tu pelo y acabas en mis huesos. Empiezo por tus palabras y termino escribiendo esto. Mejor echar el freno. No hay que hacer más daño innecesario, si es que existe el necesario.

28.12.05

Ahora qué más da...

Alguna vez fui quien nunca seré. Ahora no soy quien tengo que ser. No existe un dios que sepa qué me tocará vivir mañana, si es que vivo.
Te pido perdón, pero quizás esto sea lo mejor de lo peor.

22.11.05

Principio sin final

Y ahora que soy feliz la tinta casi no cae en el folio. Es curioso. He buscado tanto tiempo que al final te encontré. Nunca creí que fuera a hacerlo. He mirado en tus ojos y me tiré.

Y vivimos cuatro vidas. La primera fue más que un beso. La segunda supo a poco. La tercera, música de fondo. La cuarta, romanticismo. Y ahora espero a que el viento me lleve a la quinta, a que no se emborrone la tinta y pueda sentirte tan cerca como te sentí la última vez. No importa el escenario, nosotros dos interpretaremos un cuento, con un niño y la estrella principal. Lo llenaremos de rosas amarillas que quieren ser blancas y escribiremos palabras invisibles en los muslos de quien venga a vernos, a la luz de diez velas que debieran ser una más.

Alguien podrá decirte que todo tiene un final. Así es. Lo que no te dirán, pero te digo yo, es que nuestro final está más allá de lo que existe. A veces las cosas se alejan tanto que traspasan el límite de lo real y pasan a dejar de existir. Por allí lejos está nuestro final. No hay final. Hay un principio… y mil vivencias… pero no hay final.

Hace poco me hacía a mí mismo preguntas que creía sin respuesta. No sólo me has demostrado que estaban mal planteadas, sino que has hecho tragarme mis propias palabras. ¿Quién me lo iba a decir a mí?

Y tal vez lo sepas ya, pero algún día las sábanas no nos dejarán escapar. Será entonces cuando no haya más “hasta luegos”. Será entonces cuando no será preciso echarnos de menos, porque no habrá segundo sin beso. Ese día llegará, y todo lo demás también.

31.10.05

Cada vez quedan menos segundos, cada vez hay más palabras

He abierto la ventana y se me ha enfriado el alma porque no estás. Se me ha dormido el corazón porque no puedo tenerte esta noche junto a mí. Me conformo con pensarte. Me conformo con imaginarte… ya que no puedo besarte… ya que no puedo acariciarte… ya que no puedo darte la mano… ya que me es imposible en este momento decirte al oído que seré siempre tuyo y de tus labios.

He cerrado el puño y he estrechado la distancia. Poco a poco conseguiré tenerte aquí… o tenerme allí. Qué más da el escenario si estamos juntos. Qué más da si sólo voy a mirarte a ti.

He pisado con desprecio los relojes que caminan despacio. Cada vez quedan menos días, pero cada vez son más largos. Y tu voz rompe silencios. Y yo rompo con todo y con nada. Te admiro mientras me rompo y me reconstruyo.

He esperado buscándote en la niebla, intentando encontrar una salida que fuese tu entrada. Cada vez queda menos para que la vida sea más fácil o más difícil. Pero nunca volverá a ser igual. Nunca podrá ser igual. Porque eres demasiado importante como para dejar indiferente a las mil y una dimensiones de mi espacio… de nuestro espacio.

13.10.05

Dos

Nadie dijo que fuera a ser fácil, porque no lo es. Muchos quebraderos de cabeza te esperan a la vuelta de la esquina, al igual que yo te espero donde sea. No me importa si llegas tarde. No me importa si la lluvia y el frío se empeñan en hacerme cambiar de opinión. Estoy seguro de lo que hago. Tengo miedo, pero estoy seguro.

Sé que en algún lugar del mundo alguien piensa como yo. Sé que aunque no pueda ver sus ojos, alguien siente como yo. Y sé que lo sabes. Y sabes que lo sé. Lo que empezó siendo mágico, mágico seguirá siendo si tú quieres. Abre la puerta, quítate los zapatos y quédate para siempre.

Cuento los segundos que dejo de pensar en ti. Pero se me ha olvidado ya qué números iban después del dos. No importa. Dos almas. Dos cuerpos. Dos corazones. Dos vidas. ¿Para qué más?

5.10.05

Preguntas sin respuesta

Rodeados por el mar, que nos cubre de caricias. Impulsados por un sentimiento más fuerte que mil ejércitos. Atraídos por el olor a salitre y el sabor del corazón. Nos miramos y sabemos que no existe nada más. Que todo lo anterior no fue verdad. Que esto es el comienzo. Que lo que queda vive en nosotros. El mundo entero está expectante.

Tus ojos transmiten algo que jamás había sentido. Puertas que cierro con llave y tú abres con un solo dedo. ¿Te das cuenta de lo que eres capaz? ¿Te das cuenta de lo que eso significa? ¿Te das cuenta de lo que significas? Mucho más de lo que alguien pudo llegar a comprender alguna vez. Mucho más de lo que pude ver en miles de personas juntas.

Juegas con la arena y hasta ella parece admirarte. Juegas con las olas y se pegan por acariciarte. ¿Te das cuenta de quién eres? ¿Te das cuenta de lo poderosas que son tus manos? ¿Te das cuenta de que lo noté el primer momento que te vi? Quien no lo vea no tiene corazón o tiene demasiados. Quien no se dé cuenta no conoce el amor.

El sol ayer no se atrevió a salir, eclipsado por tu belleza. La luna esta noche ilumina tus ojos con un brillo especial. ¿No entiendes que eres demasiado importante? ¿No entiendes que a una persona como tú es imposible quererla sólo un poco? ¿No te das cuenta de que una vida no es suficiente para darte todo lo que te mereces?

Aseguras y creo. Prometes y confío. ¿Cómo quieres que me sienta cuando me dé cuenta de que todo esto es un sueño? ¿Cómo quieres que me sienta cuando sepa que nunca podré tenerte?

28.9.05

Capítulo 3: El hecho

Quiero volver a verte.

Fin.

27.9.05

Capítulo 2: La finalidad

Para que almacenemos besos en una cajita.
Para que borremos oscuros recuerdos.
Para que creemos un nuevo sol cada día.
Para que durmamos en una nube distinta cada noche.
Para que empecemos a terminar lo empezado.
Para que formemos un solo corazón.
Para que galopemos a lomos de la nada.
Para que huyamos cuando nada vaya bien y cuando nada vaya mal.
Para que intentemos aprender todo y más.
Para que juntemos fuerzas y alegrías y penas.
Para que llenemos las casillas vacías.
Para que muramos juntos si es que morimos.
Para que neguemos el paso al “te echo de menos”.
Para que obedezcamos a nuestro corazón.
Para que pongamos todo de nuestra parte.
Para que quememos los billetes de vuelta.
Para que rompamos con todo menos con los que nos quieren.
Para que sepamos que nos tenemos el uno al otro.
Para que tú seas mía.
Para que unamos nuestras manos mil y un días.
Para que volemos con la imaginación o sin ella.
Para que yo sea tuyo.
Para que zozobrar en el amor sea cosa del pasado.

26.9.05

Capítulo 1: La causa

Porque alcanzas el cielo con la punta de los dedos.
Porque bebes de fuentes escondidas.
Porque coses heridas de guerra.
Porque deseas lo mejor para todos sin esperar nada para ti.
Porque estrenas sonrisas y penas.
Porque facilitas la tierna palabra.
Porque ganas aunque pierdas.
Porque haces amar a cualquiera.
Porque imaginas lo que no se puede.
Porque juegas con el agua de forma inocente.
Porque llamas a la puerta correcta.
Porque miras con los ojos cerrados y el alma abierta.
Porque nublas mi vista al despedirte.
Porque ordenas el desorden de mi corazón.
Porque permites entrar a un pobre loco.
Porque quieres conocer el mundo y lo demás.
Porque resuelves enigmas en segundos.
Porque sabes a sal y sabes que lo sé.
Porque tienes algo que no tiene nadie.
Porque usas argumentos que me convencen.
Porque vagas por calles sin sombras.
Porque zambulles tu alma en el mar que creamos un día.

21.9.05

Cómo duele cuando duele

Cómo duele cuando duele,
cómo duele el corazón.
No sabes ni por qué ni cómo,
pero duele el corazón.
No sabes cuándo ni dónde,
sólo sabes que no sabes.
Piensas y luego piensas
y luego quizás,
si queda tiempo,
piensas un rato más.
Cómo duele cuando duele.

18.9.05

Eternos

Pasan los días, que ya llegan a formar meses. Aunque no quiera, al cerrar los ojos, cada día me cuesta un poquito más recordar tu cara. Se echa de menos. Sabes el qué, pero no el por qué.

Dame la mano como me la dabas. Vamos a pasear por una ciudad a oscuras. Te prometo que no habrá nadie más, pero sólo si tú me prometes que esta vez no nos separaremos. Tengo miedo de abrir los ojos y no ver los tuyos. Es un golpe duro para un frágil corazón. Tengo miedo de dejar de soñar.

Ven conmigo, por favor. Iremos a contar las estrellas. Te haré cosquillas para distraerte y tener que empezar una y otra vez. Sólo de esa forma nos haremos eternos. Siempre que haya una estrella por contar. Siempre que me mires a los ojos. No me sueltes la mano. No dejes caer mi corazón.

16.9.05

Un tiempo después

Con el paso de los años he conseguido olvidar, pero no quiero perdonar. En este tiempo he buscado ayuda en alguna palabra que saliese de mi boca para nunca más volver, alguna cama perdida donde no llegué a echar el ancla, algún paseo por los lugares que pisaste, conmigo o sin mí, porque ya daba igual. Perdí sin razón aparente.

No te voy a echar de menos, no te daré ese privilegio. Saber, amar, respirar, abrazar. Son palabras básicas que nunca entendiste. Me partiste en dos, jugaste conmigo, pero nunca te odié por ello. El otro día lo comentaba con un amigo. Nunca puede odiarse a alguien que te pisó el corazón. Si lo pisó es porque alguna vez lo tuvo. Y tú lo tuviste. Y tú lo sabes.

Aun así, justo hoy, tras tres tristes años, no te mereces ni una línea más.

13.9.05

Esperar soñando, soñar esperando

Espero. Qué voy a hacer si no. Desde que empecé a esperar no he hecho otra cosa. Quise aprender a volar, pero nadie quiso enseñarme. Hubo un momento en el que también quise olvidar, pero no recordé cómo se hacía. Así que esperé, simplemente esperé, tumbado en un colchón que no existía, en un lugar que nunca visité, en un mundo que no conocía.

Espero una respuesta, aunque no sé muy bien la pregunta. Espero alguna palabra, aunque no vaya a oírla. Abriré bien los ojos para no perderme nada. Y soñaré, simplemente soñaré, mientras espero lo que puede ser o no ser, pero en algún momento fue.

Y espero y sueño. Y compruebo a cada instante si mi corazón sigue latiendo. Yo no lo oigo, pero ella dice que sí con la cabeza.

12.9.05

No existe mucho más

Ella recorre pasillos sin entrada ni salida. Recoge pedacitos del sueño que alimenta. Ellas es ella, y no existe mucho más.

Ella juega con nubes, con soles y lunas quizás. Ella sabe decir cosas que nunca podrías decir. Crea melodías con su voz, ilusiones con su mirada y castillos de cristal con sus manos.

Ella juega, no vive. Ella recita, no habla. Ella ama, no quiere, y la amas aunque no quieras. Ella es y no es. Recompone corazones rotos y almas destrozadas. Nada en mares sin olas, dice que así no hay peligros.

Piensa en alto, ama en bajo, besa en sueños, camina despacio. Hipnotiza con sus ojos, que alguna vez fueron tesoro contado por contadores, buscado por buscadores y encontrado por mí. Surca mil y un mares, con un nuevo mundo sinfónico de fondo.

Ella sonríe una vida y se queda otra soñando. Ella busca y encuentra. Mira a través de tu alma y crea espacios azules. Dice que quiere pero no puede. Yo creo que puede, pero no quiere.

Enciende luces que nunca existirán, pero dice que no cree en las estrellas. Ella sabe. Conoce y desconoce. Enreda y desenreda. Espera y desespera. Enamora para siempre. Ella dice que no. Yo digo que sí.

Ella vive pegada a un cristal, no se atreve a traspasarlo. Ella pregunta aunque sepa la respuesta. Admira a los pájaros por volar y no se da cuenta de que ella también podría. Ella es así, pero no lo es. Tiene miedo, como todos.

Ella es ella, y no hay más.

8.9.05

Desde aquel día

Nos conocimos por casualidad. Yo quería, pero ella no. Yo sólo buscaba alguien que quisiera quererme, pero ella me dijo que no sabía hacerlo. Aun así seguí a su lado.

Aprendí que las cosas cambian aunque no lo desees y que el tiempo pasa aunque quieras pararlo. Y ése es el problema, no el único, pero sí el principal. Y se acabó el tiempo. Se marchó.

Buscando fragmentos de sueños rotos me encontré con miradas perdidas y labios sellados. Todo me decía que no la volvería a ver. Hasta que un día tampoco la vi y al día siguiente supe que siempre sería así.

No quedaba más que recordar, entre músicas desechadas y olores que se adherían al corazón. No quedaba más que hablar con ella en sueños, quién sabe de qué forma, sólo importaba verla sonreír. Hasta que otro día uno de los dos se olvidó de recordar. Y no fui yo.

Desde aquel día miro la luna y no la veo a ella. Desde aquel día...

5.9.05

Nos volveremos a ver... en algún lugar del tiempo

Era tarde, pero no tarde, y tú vestías con tu mirada. Era simple, pero difícil, decirte alguna palabra. Acercarse es un gran paso para los tímidos corazones, eso ya estaba cumplido, y tus dieciocho también. No dije mucho, callaba. Prefería escucharte. Sólo hablaba para dejar constancia, de vez en cuando, de que estar solo es un buen ejercicio cuando no tienes nada mejor que hacer. Y esa tarde lo tenía. Esa tarde, aunque aún fuese a dos metros, te tenía.

Tú hablabas, yo escuchaba. Yo hablaba, tú escuchabas. Reíamos juntos. Aprendimos nuevas cosas, que no podemos pronunciar. Navegamos por susurros verdes, suave brisa, un árbol, el sol. Escuchamos. Sonreímos. Nos miramos. Sonreímos. Aún ni siquiera sabía tu nombre, pero te conocía de toda la vida.

¿Has venido a buscarme? Probablemente, sin saberlo.

Nos dijimos un "hasta luego" y el luego duró cuatro horas.

Era tarde, ya tarde. Hablamos. Sonreímos. Nos miramos. Sonreímos. Cerca quedaba el mar de susurros verdes, suave brisa, un árbol, la luna. Había más gente, pero estábamos solos. Yo hablaba, tú escuchabas. Nos reímos. Tú hablabas, yo escuchaba. Nos miramos. Respiramos el aire que allí existía, desde hacía ocho siglos nos esperaba. No sé si fue en ese momento u ocho siglos antes, pero nos cogimos de la mano. Sabíamos ya mucho más que nuestros nombres.

Tú hablabas, para decirme o intentar decirme lo que ya sabíamos. En ese momento, me di cuenta de que mi corazón no era el único tímido bajo la atenta mirada de las estrellas. Yo hablaba, para decirte o intentar decirte lo que ya sabíamos. Una luz. Susurramos. Sonreímos. Nos miramos. Sonreímos. Nos besamos... nos besamos. Y es entonces cuando lo entendemos todo.

La luz de la luna y el olor a historia amenizan el paseo. No hay mucha luz ahora, pero veo tus ojos, mirándome fijamente. En ese momento me olvidé de todo. No sabía quién era. No sabía de dónde era. Sólo te conocía a ti y me alegraba por ello. Caricias, que recorren el cuerpo.

¿Cómo se para el tiempo? Ojalá lo hubiera sabido. Escucho a tus ojos, mimo tus palabras, degusto tus caricias, huelo el sabor del silencio y beso tus labios. Que no se haga de día. Que no se acabe esta noche. Quédate conmigo. Porque sé que si te vas no te volveré a ver. Porque sé que si no te vuelvo a ver no podré seguir. Pero no me atreví a decírtelo. Escríbeme. Lo haré.

Y te marchaste. Lentamente. Tan lentamente que aún te puedo ver a lo lejos. Y me dejaste con un sabor amargo en el corazón pero con muchas horas nuevas en la memoria. Y miraste atrás mientras te ibas. Nos miramos. Sonreímos, por fuera. Lloramos, por dentro. No hablamos. Escuchamos lo que dicen nuestros ojos. Adiós. ¿Te volveré a ver? Te das la vuelta... te vas.