22.11.05

Principio sin final

Y ahora que soy feliz la tinta casi no cae en el folio. Es curioso. He buscado tanto tiempo que al final te encontré. Nunca creí que fuera a hacerlo. He mirado en tus ojos y me tiré.

Y vivimos cuatro vidas. La primera fue más que un beso. La segunda supo a poco. La tercera, música de fondo. La cuarta, romanticismo. Y ahora espero a que el viento me lleve a la quinta, a que no se emborrone la tinta y pueda sentirte tan cerca como te sentí la última vez. No importa el escenario, nosotros dos interpretaremos un cuento, con un niño y la estrella principal. Lo llenaremos de rosas amarillas que quieren ser blancas y escribiremos palabras invisibles en los muslos de quien venga a vernos, a la luz de diez velas que debieran ser una más.

Alguien podrá decirte que todo tiene un final. Así es. Lo que no te dirán, pero te digo yo, es que nuestro final está más allá de lo que existe. A veces las cosas se alejan tanto que traspasan el límite de lo real y pasan a dejar de existir. Por allí lejos está nuestro final. No hay final. Hay un principio… y mil vivencias… pero no hay final.

Hace poco me hacía a mí mismo preguntas que creía sin respuesta. No sólo me has demostrado que estaban mal planteadas, sino que has hecho tragarme mis propias palabras. ¿Quién me lo iba a decir a mí?

Y tal vez lo sepas ya, pero algún día las sábanas no nos dejarán escapar. Será entonces cuando no haya más “hasta luegos”. Será entonces cuando no será preciso echarnos de menos, porque no habrá segundo sin beso. Ese día llegará, y todo lo demás también.